junio 10, 2006

ADIOS (POETAS DE) SAN MIGUEL DE PIURA...

APROXIMACIÒN A LA LITERATURA PIURANA

ADIOS (POETAS DE) SAN MIGUEL DE PIURA...

Por Armando Arteaga

Imagen: Portada Revista Agua N- 20.

Piura es tierra de poetas. Pero están solos. Los poetas piuranos, como los poetas andaluces, cantan, miran, sienten; y cuando cantan, miran y sienten, parecen que están solos. Más solos que algarrobo en desierto.
Y es que en Tangarará son varios los ojos que miran, desde aquel "oscuro complejo tallan" — según decir del arqueólogo Hans Hockheimer— hasta el extremeño más distante —según mi abuela Carmen, bendita y mediterránea sea—. Piura está sola y sus poetas más olvidados y solos. El centralismo, ese flagelo también corroe las entrañas de nuestra literatura, pues Lima siempre lo absorbe casi todo.

ROMÁNTICOS Y MODERNISTAS

La síntesis de la poesía romántica peruana con sus defectos y aciertos, la representa el piurano Carlos Augusto Salaverry (Albores y Destellos). La generación "bohemia", como la llamó Palma —otro romántico— nos dejó, aparte de algunos excesos idealistas que aun se expresan en nuestra literatura (peruana y piurana), en algunas inquietudes no valoradas en su verdadera dimensión: la poesía amorosa de Salaverry, la obra lingüística de Juan de Arona, y algunos excelentes poemas de Clemente Althaus, Numa Pompilio Llona y Arnaldo Márquez.

De algún modo, fuera de Piura, Salaverry es el poeta píurano que más se conoce y se lee. Aún recuerdo algunos poemas de Salaverry leídos en la provincia de la infancia en sus libros "Diamantes y perlas", "Cartas a un ángel"', "Misterios de la tumba". Y hasta enrumbé una vez a visitar sus restos mortales que fueron trasladados de París en donde murió y hoy sepultados en el cementerio de Sullana, “un día de abril, una mañana”.

Al huraño Salaverry — que, según Alberto Ureta, "era capaz de los más grandes excesos y los más locos extravíos", y que según Teodoro Garcés: "la Municipalidad de Piura le demolió la casa en donde nació que esta­ba en la calle El Cuerno (hoy, Tacna) para ampliar los jardines de la Plazuela Merino" — le han su­cedido en el panorama de la poesía piurana, los “modernistas y vanguardistas tardíos”: Héctor Manrique (Semblanza de una tarde gris, Nocturno, Tré­bol), Juan María Merino Vigil (La golondrina, El bebedor de crepúsculos, Los puertos), Juan Luis Velásquez (Piura, Qué soledad sin soledad si­quiera); pero ninguno de ellos, -ni los poetas que vinieron después, “puros y sociales”, como Joaquín Ramos Ríos (Canto del color sin esperan­za), Alfonso Vásquez Arrieta (El paisaje de tus ojos, Curacana, Hallazgo), Carlos Manrique León (Canto de la lluvia, Ima­gen del algarrobo), todos ellos epílogos del estado de ánimo post-modernista piurano-, tienen la importancia literaria den­tro del contexto de Ia li­teratura en Piura, que pa­ra mí es el poeta más destacado del vanguardismo: Mario Negro Zedog, un olvidado, un simbolista, un suicida en la “sociedad de los poetas muertos”, a quién casi nadie cono­ce, salvo en Persépolis (como llamó López Albujar a esta ciudadela de nuestra utopía en referencia).

UN VANGUARDISTA

Aunque en unos versos que recuerdo de él aún muestra la manera provinciana de decir las co­sas, ya sé ve incontenible la nueva fuerza de su poesía que abre para la literatura piurana el dilema vanguardista: ''Ah, qué espléndido sería, si sobre mis restos, nacieran muchos árboles, vigorosos y enhiestos...". Algo de la generación del 27 español, y también de Vallejo, de Huidobro, de Raúl González Tuñon, de Oliverio Girondo, pero entendamos las limitaciones que pudo te­ner Mario Negro Zedog escri­biendo desde el infierno de la provincia, segregado del mundo cultural lime­ño o inmerso en el ma­rasmo literario piurano.

FELIZ INUNDACIÓN

Luego viene para los poetas piuranos una se­quía. Casi todos han emi­grado. Por eso, es impor­tante eI esfuerzo que ha realizado Lelis Rebolledo en su "Antología Acuáti­ca" (edición a mimeógrafo) de la última poesía escrita por poetas piuranos y el resultado es de los mejores por la cali­dad de los poetas que, como un torrencial de llu­vias sobre la greda seca, han inundado en hora buena el panorama de la poesía joven actual. En "Antología Acuática" de Lelis Rebolledo pode­mos leer los nombres de: Sigfredo Burneo Sánchez, Rosa Natalia Carbonell, Marco Martos, Armando Rojas, Luis Alberto Cas­tillo. Róger Santivárez, Carlos Guevara (que acaba de ganar el premio Municipalidad de Lima). Mito Tumi, Cronwell Jara, Federico Chalupa (que trabaja desde Piura y detesta Lima). Alberto Alarcón y Oswaldo Reyes Vite. Nadie puede discu­tir aquí la calidad de los textos de todos estos poetas antologados. Existen además otros nombres, pero de menor importancia. Sería intere­sante tener pronto entre manos, para satisfacción de todos, una antología mayor, que comprenda todo el panorama vigente. Lelis Rebolledo tiene la palabra, claro está; él es uno de los pocos que, como Federico Chalupa, escriben solitariamente desde San Miguel de Piura.

(Publicado en el diario Expreso, Lima, 23-11-1983).