octubre 06, 2012

EN LONDRES, EL POETA CISNEROS HA SORTEADO DOS AMENAZAS

EN LONDRES,

EL POETA CISNEROS HA SORTEADO DOS AMENAZAS*

Por Mario Vargas Llosa


    POR PRIMERA vez un peruano ha ganado uno de los premios literarios que convoca anualmente la Casa de las Américas de La Habana, y en condiciones que significan una auténtica consagración internacional: entre 211 concursantes y por unanimidad.  El Jurado que concedió el Premio de Poesía a Antonio Cisneros (por un libro presentado con el espartano título de “En memoria”, pero que se llamará, más risueña y felizmente, “Canto ceremonial contra un oso hormiguero”) estuvo integrado por la salvadoreña Claribel Alegría, el ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, el colombiano León de Greiff, el chileno Juvencio Valle  y el cubano Fayad Jamís, poetas de generaciones distintas, de convicciones estéticas poco conciliables, por lo que la coincidencia en este fallo, que asegura a Cisneros, además de una recompensa de mil dólares, una edición de varios miles de ejemplares, resulta todavía más significativa y honrosa.

   Todo esto es, sin duda, muy halagador para la poesía peruana, que, con la excepción de Vallejo, sólo en contadas excepciones ha alcanzado otros públicos y ha vivido dentro de las fronteras nacionales, enclaustrada y heroica, gracias a ralos puñados tenaces de creadores que eran también –o poco menos- sus únicos lectores.  Pero lo es más, el hecho de que este premio, que brinda notoriedad y audiencia americanas a un joven poeta peruano, haya recaído en un libro de poesía excelente y singular, en la que admirablemente se condensan la observación inteligente y la dicción elocuente de la realidad que preocupa al poeta, la libertad con que éste desvela sus nostalgias, sus cóleras, sus dudas y ambiciones íntimas , y la felicidad imaginativa y la seguridad verbal con que proyecta la descripción de su mundo personal en el plano de auténtica creación, es decir de intuiciones universales y formas artísticas originales y bellas.

1942


   Antonio Cisneros nació en Lima, en 1942, estudió Literatura en la Universidad Católica y en San Marcos –también nueve desganados meses de Derecho-, fue profesor de castellano en la Universidad de Ayacucho y ha publicado tres colecciones de poemas: “Destierro” (1961), “David” (1962) y “Comentarios Reales” (1964).  Por este último libro obtuvo el Premio Nacional de Poesía en 1964.  El año pasado vino a Londres, con la beca Javier Prado, y es actualmente lector de español en la Universidad de Southampton, en la que pasa tres días por semana, adoctrinando pérfidamente a sus alumnos para que descuiden los estudios literarios españoles y se ocupen más de autores latinoamericanos.  Largo, afectuoso, casi escuálido, apasionado de la literatura y la amistad) los poemas de su último libro están dedicados a sus compañeros de generación, y dos de ellos tienen como motivo profundo la amistad), ha viajado por Francia y España, y asistió, hace poco, al Congreso Cultural de La Habana, de donde vino conmovido.  En las desvaídas, destempladas mañanas de este punzante invierno británico, resultaba muy grato y cálido demorarse con él, en los inhóspitos locales de las inmediaciones de Earl´s Court, conversando alrededor de unas ácidas tazas de té.

   Dos reacciones extremas amenazan a los jóvenes sudamericanos que llegan a Europa: una feroz melancolía provinciana que los catapulta en la soledad y en la neurosis más paralizantes, o en una euforia ecuménica de bárbaros hechizados por los prestigios más artificiales y llamativos de la vida bohemia, que lleva a perderse, a disolverse en un cosmopolitismo invertebrado e irreal.  Cisneros ha sorteado felizmente estas dos trampas, y aunque corta, su experiencia europea le ha sido sumamente provechosa: ha ensanchado su visión del mundo, ha disciplinado su vocación, ha fortalecido espiritual y emocionalmente su personalidad de creador.  La trayectoria de este enriquecimiento puede advertirse con nitidez en las tres partes que componen “Canto ceremonial contra un oso hormiguero”.  La más antigua, es una versión más ceñida y castigada de un poema que apareció en una revista limeña hace tres años: “Crónica de Chapi, 1965”.  El título alude a una matanza de campesinos operada por las “fuerzas del orden” en la época de las guerrillas, y el poema es, en el fondo una elegía, un canto fúnebre a esas víctimas, pero su apariencia inmediata es la narración grave, impersonal, de una marcha sonámbula y heroica: un grupo de combatientes avanza, perseguido, por el paisaje frugal y muy áspero, que a alguno de ellos le recuerda el mar, con un fondo de lamentos indígenas. Aunque ninguna declamación, grandilocuencia o arrebato lírico interrumpe la severa, escueta relación, a veces, bajo la contenida solemnidad de las palabras, entre los acentos casi religiosos y la monotonía lúgubre del ritmo, asoma, en un sarcasmo hiriente, en una imagen lapidaria, el sentimiento de ira y de solidaridad honda que mueve la mano del poeta, en estado puro, disociado del mundo verbal, enfrentado a él. Esos momentáneos desajustes entre emoción y expresión, no frustran el poema, que tiene el mérito de conseguir casi siempre comunicar la pasión con una belleza discreta y digna, pero conviene mencionarlos para destacar más el logro posterior de la poesía de Cisneros: el perfecto equilibrio entre las ideas y emociones y la palabra poética que las expresa.

   La segunda parte del libro reúne, bajo el título de “Animales domésticos”, media docena de poemas –algunos aparecieron en la revista “Amaru”- más breves y menos ambiciosos temáticamente que “Crónica de Chapi”, pero en los que se siente al poeta mucho más seguro de sí mismo, más diestro y audaz en el uso de los medios expresivos, y más original en sus hallazgos.  Una ojeada superficial a sus títulos y motivos, a la fauna que los puebla, al tono ligero, leve, alegre que adoptan a veces, podría hacer creer que se trata de brillantes juegos ingeniosos, de alardes.  En realidad, son trabajadas alegorías: una realidad intensa y dramática late debajo de ese territorio de “cangrejos muertos ha muchos días”, arañas groseras y malhumoradas, ballenas hospitalarias y hormigueros capaces de hospedar a un hombre.  Dramática, porque esa realidad es una prisión, en la que el poeta se siente encarcelado, como Jonás en el vientre del soberbio mamífero marino, a oscuras y enterrado vivo en el corazón de un hormiguero, condenado a morir víctima de esa araña que “almuerza todo lo que se enreda en su tela”.  Intensa porque el poeta sufre en carne propia ese encierro destructor que contamina también la vida de su tribu (“Y estoy por creer que vivo en la barriga de alguna ballena/ con mi mujer y Diego y todos mis abuelos”).  Pero se trata, asimismo, de una realidad estrecha, limitada por implacables barrotes.  Los seis poemas son variaciones –sumamente hábiles, lúcidas, imaginativas- sobre un tema único: el disgusto de una sociedad hostil, el rechazo de esa vida que lo atenaza como una camisa de fuerza, y que le ofrece, como única y furtiva compensación, un placer animal: abrazarse bajo el sol, tumbado frente al mar, sobre arenales candentes.

FLAGRANTE HAZAÑA

   Esta facultad de trasponer en alegorías poéticas, en construcciones verbales independientes, en objetos artísticos autónomos, las preocupaciones que conforman su mundo interior, alcanza en la tercera parte del libro de Cisneros –casi todos son poemas escritos luego de su salida de Lima- un desarrollo notable.  Doce poemas integran “En memoria” y todos ellos constituyen, por separado, una flagrante hazaña creadora.  Incluso el menos importante de ellos, el que da titulo al libro –una abominación de humor negro contra un “oso hormiguero”, que puede ser un ser particular, o el mundo de la maledicencia y el chisme limeño, o la simple estupidez humana- es una pieza maestra de dominio verbal, de coherencia intelectual y soltura rítmica.  Hay un elemento racional que prevalece siempre en los poemas de Cisneros, un control riguroso de la razón sobre la imaginación y las emociones, y ésta es uno de los factores de la originalidad de su poesía, en un mundo, como el de la poesía de lengua española, donde la tendencia predominante es más bien la contraria.  Pero el hecho de que las ideas desempeñen un papel primordial en su poesía, no ha restado en ésta ni osadía imaginativa ni ha mermado su vitalidad.  Al contrario: en poemas como “Paris 5 e” y “Karl Marx Died 1883 Aged 65”, el desarrollo de una meditación perfectamente lógica, cobra una jerarquía artística sobresaliente porque cada uno de los pensamientos que la componen genera imágenes, asociaciones inesperadas e insolentes, se dispara en direcciones múltiples de la realidad, en fantasías oníricas, en símbolos, en metáforas, sin que estas audacias desvíen u opaquen el transcurso de la reflexión. El tema solitario de “Animales Domésticos” se ha convertido ahora en un abanico vasto que abraza temas múltiples: una melancólica evocación ominosa de Lima, un examen de conciencia ante una amistad que se ha roto, las primeras impresiones europeas, una averiguación de las luchas, dudas y pasiones políticas que agitaron los años de adolescencia, añoranzas personales y paisaje de la ciudad abandonada un año atrás, una interrogación ante el problema de la cultura y el destino de América, una definición frente a Cuba.  Individuales o colectivos, culturales o políticos, los temas que constituyen la materia de estos poemas se encarnan siempre en formas verbales compactas, de ejecución tan perfectamente adecuada al pensamiento y la emoción que los informa, que se emancipan totalmente de la experiencia particular del autor.  El verso -casi siempre largo, de música grave y adusta- adopta a veces un tono confidencial, suavemente patético (“Yo vi a los manes de mi generación, a los lares, cantar en ceremonias…”); otras, es irónicamente marcial (como cuando el poeta evoca sus luchas contra la modorra, a la que corporiza en un monstruo zoológico, el Rey de los Enanos): otras se disfraza de fábula mítica, canto religioso o soliloquio.  Esa diversidad, sin embargo, no revela una búsqueda, sino la riqueza de movimientos, la flexibilidad de matices y maneras de una voz que ha conquistado una poderosa u original madurez. 


Caretas N- 381.  Lima 26 de Setiembre de 1968, p.23.


 *A propósito del Premio Casa de las Américas 1968