julio 19, 2015

LO WANKA, NO MANKA

ARMANDO ARTEAGA: LO WANKA,   NO MANKA



Esta entrevista fue realizada por Ricardo Quesada en la bucólica ciudad de Xauxa en el marco de la Feria del Libro de Xauxa en Abril del 2010.  Los acontecimientos que desembarcaron en la premura de la forma de vida que anunciaba ya su muerte prematura,  y que llevó a Ricardo en sus ultimas estancias a vivir angustiadamente  en diversas ciudades de la sierra central (específicamente en la Región Junín) del que era un profundo conocedor de su realidad social e histórica,  Esta re-encuentro con Ricardo motivo esta conversación con Armando Arteaga, que quedó como un testimonio de esa amistad  mutua,  y admiración de amigos,  que ambos se profesaron.

Ricardo Quesada: ¿Qué piensas de la sociedad wanka actual? ¿Vivimos la destrucción de nuestra tradición wanka por esa fuerza que nos infiere la modernidad actual, actitud  nefasta que hemos escogido padecer como colectivo humano?
Armando Arteaga: Me parece que la sociedad wanka actual esta bombardeada de infartos que van matado la originalidad de su tradición.  Estos infartos van cambiando sus transfiguraciones sociales andinas (rurales) por otros espacios culturales urbanos.  Son movimientos telúricos invisibles que van destruyendo diversas partes del cuerpo “wanka”, trenzado de diversidades históricas que tiene su corazón en Huancayo (como centro, como ciudad importante).
Ricardo Quesada: El proceso destructivo de la cultura wanka entonces avanza…
Armando Arteaga: Se vive un proceso destructivo de la cultura ecológica andina que va cambiando, …y eso hasta me parece dialectico, por otra realidad que es una irrealidad enfermiza del capitalismo,  que por lo demás deslumbra a las masas con ese instinto consumista de lo tecnológico moderno,  y depredador de todo vestigio nativo. 
Ricardo Quesada: Todos los días vamos perdiendo nuestra identidad sin darnos cuenta que nos vamos “aculturando”.
Armando Arteaga: Creo que en todas las regiones del país se observa un instinto destructivo en contra de lo autentico, a cambio de un deseo de parecerse (en aciertos y errores) a la centralista Lima.  Aunque también creo que la mirada wanka no manka, es un proceso que ha empezado lentamente desde hace unas tres décadas, esa autodestrucción endiosa su propio universo.  Huancayo en la visión de Arguedas en “Cambio de cultura en las comunidades económicamente fuertes” ya en 1958, al referirse al valle del Mantaro y Huancayo, tenía cierto optimismo por la cultura quechua, pensaba que sabría resistir y sobrevivir.  Yo creo que ya desde esos tiempos de Arguedas el proceso destructivo había empezado, la incorporación de esas comunidades wankas a la economía moderna. El buldogzer destructivo de la cultura capitalista tiene su mejor expresión en la arquitectura de los modernos edificios de su centro histórico, en la calle Real, llena de proyectos de “arquitectura chicha”, que es otro tiempo,  que va borrando la memoria de los wankas.  No digo que esa arquitectura de casonas anterior sea puramente andina, era mestiza, pero se ha ido vulgarizando eclécticamente su nueva arquitectura hacia lo urbano de “mal gusto”. Es una arquitectura de fachadas, donde importa muy poco el espacio interior (arquitectónicamente hablando), con esas mayólicas de acabados en las fachadas han sacado el “baño” a la calle.
Ricardo Quesada: ¿Esa muerte del pasado es algo natural, o es cierta irresponsabilidad porque rechaza lo mejor de la cultura wanka: lo ritual, lo mágico, aunque lo festivo permanece? ¿O es un cansancio que trae su vejez?
Armando Arteaga: Mira Ricardo, tu mismo eres un moderno, vienes del rock y ahora te has asimilado al wayno, es esa  brusquedad que mueve a la gente dentro de los procesos sociales y culturales. Lo wanka no es algo viejo.  Es algo que nos recuerda la congoja indígena de los wankas, los taramas, los xauxas, en fin, avasallados primero por los  incas  y después definitivamente por lo español.  Y a partir de lo que observa Arguedas: el “american way life” importado desde Lima en los andes centrales.  Muchas veces la cultura wanka me parece muy moderna, suena perfectamente moderna en lo musical, por ejemplo, desde los años 30 cuando incorporaron el saxo como instrumento musical de predominio en sus bandas musicales andinas. Los wankas en los sesenta eran muy “nuevaoleros”  (acuérdate de Los Datsun´s” de Huancayo, pioneros del rock peruano), y modernos.  Hay que leer “País de Jauja” de Edgardo Rivera Martínez para advertir cierta exterioridad moderna en la vida de la sierra central.  Muchas veces la cultura wanka me ha resultado casi adolescente, pero tiene su “espejo roto”.  Mejor, hay que buscar “El espejo enterrado” de los wankas, citando ese estupendo libro de Carlos Fuentes donde reconstruye la “imagen rota”  mexicana. El “espejo roto” wanka fue roto, hecho trizas  ya,  por la primera piedra lanzada por los hermanos Bolaños con sus revistas vanguardistas y por los hermanos Parra del Riego, tanto en novela  como en poesía.
Ricardo Quesada: A eso iba, lo wanka siempre se ha mantenido muy atento a los cambios, al vanguardismo desde los tiempos de Vallejo, o la gente del Boletín Titikaka, o Aquelarre de Arequipa.
Armando Arteaga: El narciso indígena wanka está muy devaluado actualmente. Lo wanka tiene un desorden que lo delata de un tiempo muy atrás, los wankas (incluyo aquí a los taramas y los xauxas) resistieron a los inkas y a los españoles, aunque el modelo colonial implantado a las comunidades del Mantaro impulsaron cierta independencia económica de esta zona, y eso tocó las puertas de la cultura también. Lo resplandecerte de lo wanka está en las calles de Huancayo, ese detalle de su destello es un detalle muy importante, históricamente hablando, lo veo como algo muy avanzado de las expresiones andinas modernas (donde incluyo lo “pokra”, lo “wari”,  y lo “altiplánico”), por momentos, me resultan  expresiones muy huachafas también, imitan demasiado el mundo criollo, al que discretamente le tienen cierta estima y respeto, pero además cierto rencor.
Ricardo Quesada: Son varias caras de un mismo rostro.  ¿Esa mascara “fénix” es un sentimiento legitimo moderno, o es un síntoma tradicional de su “huaconada” autentica? ¿O, le falta creatividad a lo wanka?
Armando Arteaga: No, no le falta nada a la cultura wanka, al contrario tiene muchos atributos de importación. A mi me interesó mucho allá por los años setenta las vicisitudes del Cholo Fermin en los “Cardiogramas” (1946) de Clodoaldo Alberto Espinoza Bravo, un poeta tan vanguardista, lo mismo que los “Polirritmos” y esa “Loa del Fut-bol” de Juan Parra del Riego, y otro vanguardista como Julian Petrovick  con esos gestos tales como “Cinema de Satán” (1926) y “Naipe adverso” (1929).  La poesía wanka siempre estuvo en avanzada, muy libre, experimentando lo nuevo, metida en esa modernidad por la que el hombre wanka siempre ha tenido una increíble admiración.  Es más, la narrativa de Carlos Parra del Riego (hermano de Juan) es irónica y agónica, no solo porque describe asuntos muy humanos al enfrentar el “mal del siglo” de del paso de este habitante solitario por el “Sanatorio”  Olavegoya de Xauxa, algo de ese “suicidio” intelectual (o llámale, si quieres: suplicio) ya vivían los franciscanos del Convento de Ocopa creando sus estrategia para entrar a “occidentalizar” la amazonia con sus predicas cristianas hacia los campas, es sorprendente ver todos esos libros de esa enorme biblioteca que tienen y sobre todo el ambiente monacal y de tranquilidad que expresa su paisaje natural, que es una verdadera “oda a la vida retirada”.  En fin, yo creo que lo wanka esta vigente siempre en la cultura de la sierra central, se va transformando, digamos que se metamorfosea, estar cerca a  Lima (a unas poca  horas de viaje) es un factor también de perturbación, pero la literatura de Junín  tiene grandes narradores, me acuerdo de Adolfo Vienrich (de Tarma), de Miguel A. Martínez, de Pedro S. Monge,  de Augusto Mateu, de Serafín Delmar, de Eleodoro Vargas Vicuña, de Julián Huanay (aunque este se salió del escenario rural, para entrar en lo urbano propiamente).
Ricardo Quesada: Del momento actual, qué te interesa?…
Armando Arteaga: Me interesa de esa modernidad, y también post-modernidad andina, para llamar a este momento de alguna manera, algunos escritores de mi generación como Sergio Castillo y Gerardo García Rosales.  El pensamiento critico de Manuel Baquerizo y la visión histórica de Waldemar Espinoza.  Ojo: hay que volver a leer con atención esos libros que hablan algunos  aspectos interesantes, y  que es bueno siempre recordar,  de la gente del Valle del Mantaro: “Monografía de Huancayo” de Nemesio A. Ráez,  y a José Varallanos “Huancayo, síntesis de su historia”.  Ahora si quieres, creo que no han perdido vigencia en el imaginario popular, escuchando a Picaflor de los Andes: “Yo soy huancaíno” o a “Flor Pucarina”: “Trencito macho”, dos iconos de la expresión popular wanka.  O busca la ternura del violín wanka de Zenobio Dagha Sapaico. O,  si quieres revisar parte del cosmopolitismo wanka,  algo de Antonio Saba, o de Conrado Juaniz.  Gracias, Ricardo, por este encuentro en Xauxa.